Nintendo convirtió el juego en un lenguaje transgeneracional, emocional y
cultural. Su éxito no se explica únicamente por sus ventas millonarias o su
longevidad en el mercado, si no por una serie de decisiones creativas, estratégicas
y de diseño profundamente coherente. Para la industria publicitaria, Nintendo es
uno de los casos más sólidos de cómo la creatividad entendida como diseño,
narrativa, intuición e innovación puede sentar las bases de una marca global que
vende verdaderas experiencias.
Su historia demuestra la capacidad para reformularse y salir victorioso. Fundada
en 1889 como una compañía de naipes japoneses (Hanafuda), pasó por múltiples
intentos fallidos de expansión industrial en el siglo XX: taxis, arroz instantáneo,
juguetes, incluso hoteles temáticos. Estos fracasos no debilitaron la marca, sino
que construyeron una cultura interna centrada en el riesgo creativo.

Fue a partir de los años 70 que Nintendo reorientó su visión gracias a perfiles
creativos no convencionales en el negocio. Diseñadores gráficos e ingenieros con
pensamiento lúdico como Gunpei Yokoi, ingeniero con vocación de inventor, o
Shigeru Miyamoto, diseñador gráfico con formación artística, quienes se
convirtieron en los ejes del cambio. La idea detrás de la Game & Watch (1980) y
Donkey Kong (1981) no fue tecnológica, sino conceptual: crear una experiencia
que funcionara sin necesidad de realismo. La idea, era el diferencial y no el
hardware como hacía la competencia en el auge tecnológico.
En 1983, el mercado de videojuegos en Estados Unidos colapsó. El exceso de
consolas mal diseñadas y juegos defectuosos destruyó la confianza del
consumidor. Nintendo no solo resistió, sino que reposicionó por completo la
categoría. Para su entrada en América, la NES (Nintendo Entertainment System)
fue presentada no como una consola de videojuegos, sino como un «Sistema de
Entretenimiento», con un accesorio robótico (ROB) que disimulaba el producto
como juguete educativo. Fue una jugada estratégica de marketing tan poderosa
que se además de salvar la industria de la crisis, también se convirtió en el líder
innegable de la categoría.
El trabajo de empaques, demos controladas en tiendas, materiales visuales para
retailers y un storytelling claro de personajes como “Mario” o “Link”, construyeron
una confianza emocional. Pocos casos de branding pueden demostrar un impacto
tan decisivo en su categoría.
Más que franquicias, Nintendo ha construido propiedades intelectuales que
funcionan como arquitectura narrativa de marca. No se trata únicamente de
personajes populares; cada IP (Mario, Zelda, Metroid, Pokémon, Animal Crossing)
responde a una experiencia emocional distinta y está pensada para nichos de
usuario bien definidos. El diseño gráfico de cada universo no solo es icónico, sino
funcional porque cada juego tiene una experiencia sensorial y psicológica distinta.
En Nintendo, los creativos no ejecutan, lideran. Shigeru Miyamoto es quizás el
mejor ejemplo global de un director creativo que no solo diseña productos, sino
que define el ADN cultural de la marca. Pero no está solo: la estructura interna de
Nintendo valora a diseñadores, ilustradores, guionistas y compositores como
piezas centrales de la toma de decisiones. Esto se traduce en una experiencia de
usuario donde cada detalle, desde el UX hasta el diseño sonoro tienen una
intención.
Este modelo interno de liderazgo creativo ha producido una cultura de innovación
basada en limitaciones conscientes. Nintendo rara vez compite en potencia
gráfica o specs técnicos. En cambio, impone sus propias reglas, muchas veces
reduciendo deliberadamente la complejidad para centrarse en la jugabilidad, la
narrativa, la empatía y el diseño emocional. El resultado es una marca con
propósito.
Desde el punto de vista del branding, Nintendo ha logrado construir un sistema
sensorial que trasciende el logotipo. El sonido de una moneda de Mario, el brillo
de las estrellas en Zelda, el ícono de los corazones, la interfaz visual de los menús,
la música de inicio. Todo actúa como un sistema de identificación emocional. Es
un código de marca completo, transversal y reconocible, más poderoso incluso
que muchos sistemas visuales tradicionales.

Soy Ginna Melo. Publicista de la Universidad Central de Bogotá, con 11 años de experiencia en
agencias de publicidad.
A lo largo de mi vida, descubrí que la creatividad es el don que más admiro en las personas,
desde la literatura o la música hasta el arte, la moda. Por eso elegí dedicar mi carrera a la
creatividad detrás de las marcas, y a convertir cada proyecto en una oportunidad para innovar y
evolucionar.
Hoy, sigo explorando nuevas formas de contar historias, como las de RP Latam.
LinkedIn: Ginna Melo
Instagram: Ginna Melo